Estas tormentas resultan letales si caen en un ser humano o cualquier cosa u animal. Ya que los voltajes que contienen son muy altos. Para evitar que estos lastimen a las personas o construcciones, Benjamin Franklin creó, en 1753, un objeto especial que se encarga de atraer los rayos de manera que "aterricen" a la tierra sin herir a nadie, llamado pararrayos.Tienen una estructura en punta u esférica que es propensa a atraerlos.
También existen pararrayos naturales, como los árboles capaces de hacerlo. Sin embargo, terminan destrozados después de recibir la descarga. Se dice que en una superficie plana, como pastizales, cualquier estructura tanto humana como natural que "sobresalga" recibe el rayo por su carga eléctrica concentrada.
Hoy en día existen miles de pararrayos funcionando efectivamente en ciudades y, en menor cantidad, en zonas rurales.
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