El cambio climático global que se viene dando en las últimas décadas puede convertirse
en motor de desastres naturales sorpresivos y diferentes a los que estamos acostumbrados
a tener y para los que no hay una prevención adecuada. Un ejemplo que lo demuestra es el
caso de la onda cálida que azotó Europa en el verano de 2003 y cobro unas 35,000 víctimas
entre personas de la tercera edad. Las ondas de calidad son verdaderos asesinos
silenciosos y es por eso que no reciben la atención necesaria por parte de las autoridades.
Se orgino en el verano de 2003 las temperaturas de Europa se elevaron a niveles sin
precedentes; varias ciudades importantes rompieron récords. En el Reino Unido alcanzaron
38.5 ºC, en Italia, 40ºC; en Alemania, 40.0ºC, en Suiza, 41.5ºC y en España 49ºC. El
derretimiento de los hielos provoco avalanchas e inundaciones, y el intenso calor ocasionó
graves daños a la cosecha, con una pérdida general de 10% durante aquel año. Esas
consecuencias fueron menores a comparación con la pérdida de vidas humanas. Las
autoridades mismas, responsables de atender emergencia así, y el grueso de los médicos,
también entran en largo periodo de receso. El país más afectado fue Francia, donde
fallecieron unas 15,000 personas. Otros países desarrollados también registraron cifras
elevadas. En Alemania murieron cerca de 7,000; en Italia, 2,000, y en el Reino Unido 2,139.
VIDEOS DE ALGUNAS DE LAS OLAS DE CALOR QUE SUFRE EUROPA EN LAS ÚLTIMAS DECADAS
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